jueves, 15 de marzo de 2007

Obsesiones

Decía Freud que todos buscamos disolvernos, ya sea en Dios o en la persona amada.
Freud dijo muchas tonterías, pero no era idiota. Y creo que en eso tenía razón.
¿Habéis leído "la insoportable levedad del ser"? Seguro que sí. Bueno, habla de lo mismo. Kundera lo llama "la tentación de dejarse caer". Pero ya nos entendemos.
"Mi vida es una mierda, pero Dios me quiere".
"Mi vida es un asco, pero mi pareja lo justifica todo".
"Moriría por la persona a la que amo".
Hay un nombre para ese tipo de actitudes. Se llama enfermedad.
Perdón ¿he ofendido a alguien?
Es que vivir cansa. Tantas decisiones que tomar, que pueden ser equivocadas, tantos cruces, tanto esfuerzo. Y luego, si la cagamos, encima es culpa nuestra. Porque, al fin y al cabo, decidimos nosotros. La vida pesa.
Así estamos, tan agotados que nos vemos incapaces de seguir caminando. Pero, un día, vemos la salvación al alcance: otra persona, idea o vete a saber qué, algo en que depositar toda la responsabilidad de tener la vida que queremos. Qué alivio. El ser amado. Dios. La enciclopedia Británica por tomos. Le pasamos el fardo, nos atamos la correa de perro y dejamos que nos lleve.
Y, cuanto más bajo caemos, mejor. Nos arrastramos. Nos revolcamos en el barro en esa metáfora de la disolución en el todo, intentamos dejar de existir, ser meras marionetas en manos de Dios, el amado o el destino. Nos damos. Ya no hace falta pensar, ni tomar las riendas. Ahora todo es un dulce tobogán, relajado y divertido. El único problema es que, bueno, es cuesta abajo. Pero ¿qué más da? ¿No lo justifica todo la pasión? ¿La religión? ¿No es bonito hacer locuras por amor?
Bueno, si con "locuras" te refieres a tirar tu vida por la ventana o renunciar a tu responsabilidad contigo misma, no. Pero bueno, alla tú. Si no tienes amor, siempre puedes drogarte. O intentar ganar más dinero o posición social.
Lo que sea, antes que pararte a pensar y aceptar qué es lo que quieres que sea tu existencia. Antes de ponerte manos a la obra e intentar cambiar algo. ¡Qué pereza!
Pereza, cobardía. De eso se trata. Deja de poner etiquetas románticas a algo que es tan asqueroso como el maltrato psicológico. De hecho, es maltrato psicológico, sólo que, en lugar de que te aniquile otro, de aniquilas tú solita. Mira qué bien, ¡ya no necesitas a nadie para que te joda la vida! ¡Contigo te bastas!
Qué bonito es el amor.
¡No me malinterpretéis! El amor es muy bonito.
Ahora bien, no te confundas. Porque las ansias de disolverse no vienen del amor, sino del miedo. Así que, tú sabrás.
Si no, siempre te queda ir a misa.

jueves, 8 de marzo de 2007

¿Qué quieres?

Eso, ¿qué quieres?
La mayoría de la gente asume lo que quiere en lugar de decidirlo. La inercia es el mejor argumento. ¿Que tus padres se casaron y tuvieron hijos? ¡Pues venga, tú también! ¿Que los dos son fieles practicantes de la religión católica? ¡Pues vayamos a misa cada domingo!
Gran parte de la infelicidad en nuestras vidas viene de nuestra obsesión por perseguir los objetivos equivocados. Por ejemplo, la posición social. ¿Cuánto de lo que hacemos está condicionado por lo que queremos que vean otros? ¿Alguna vez habéis salido con alguien a quien estabais "orgullosas de enseñar?" . Pero ¡claro que sí! Porque todos, todos sin excepción hemos caído alguna vez en la trampa de los demás.
El problema de vivir para otros es que llega un momento en que no nos queda vida para nosotros. Y entonces llega la frustración. Queremos que los demás nos vean felices, paseándonos con el éxito que nos merecemos. Demostrar a nuestros ex-compañeros de instituto que se equivocaban, que valíamos la pena. Y vivimos de cara a esa imagen, como si nuestra vida fuera el escenario de un teatro donde el público puede juzgar y, como con los gladiadores, condenarnos por nuestros fracasos.
No es fácil deshacerse de eso, pero es necesario para continuar. Porque hay que perseguir los objetivos de uno, no los del resto. Y para eso hay que tener las cosas muy claras. Así que juguemos.
Imagina que en el mundo sólo estuvieras tú. El resto de gente se pasea a tu lado, pero no es real, sólo son robots sin alma que fingen ser humanos. Así pues, tus condicionamientos -morales, sociales, lo que sea- no están. Da igual lo que los otros piensen de ti, porque no hay otros que piensen. ¿Qué haces? ¿Qué te apetece hacer?
¿Estás segura?
¿Y si estuvieras sola en una isla desierta? ¿Qué harías entonces? No hace falta que me lo cuentes, probablemente no te atreverías a admitirlo ni siquiera a tu mejor amigo. Pero eso, eso y sólo eso, es lo que quieres hacer. Nada más y nada menos.
Así que manos a la obra. Nos queda poco tiempo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

Ponte en tu sitio

"Si quieres, puedes. El esfuerzo siempre tiene su recompensa. Son los tenaces los que triunfan."
Y una mierda.
El primer paso para ser feliz es saber quién eres. Si te equivocas en eso, estás perdido o perdida. Interrumpo aquí para hacer una declaración de principios: es horroroso esto de usar ambos géneros, así que a partir de ahora usaré el femenino como genérico. Los hombres se pueden dar por aludidos y las mujeres por satisfechas.
Sigo.
Saber quién eres, decíamos. "Yo quiero ganar el Nobel de física, pero tengo un leve retraso mental". Pues va a ser que no. "Yo quiero ser modelo de alta costura, pero tengo una malformación horrible en la cara y peso 200 quilos". Pues mira, eso tampoco va a poder ser.
Escoge tus metas. Según tus gustos, sí, pero también según tus posibilidades. En este mundo está mal visto decirle a alguien que es tonto, feo o que huele mal. ¿Por qué? Luego están los que te repiten una y otra vez, "ay qué feo soy" y nosotros decimos "no, hombre, ¿por qué lo dices?" y pensamos "vaya, pues sí". ¿Por qué negarlo? Conocer las propias limitaciones es poder. Y el poder es lo que nos llevará a cumplir nuestros objetivos, sean los que sean. Os pondré un ejemplo: imaginaos la batalla donde la Armada Invencible fue, bueno, vencida por la flota inglesa. Obviamente, los ingleses se sabían fuertes en el mar y no tan fuertes en tierra. ¿Qué habría pasado si les hubiera dado por el autoengaño? "¡Que desembarquen, no saben lo que se hacen!" hubieran exclamado.
Ahora en Londres hablarían una variante extraña del castellano.
Así pues, haz una lista. Lo más cruda, exhaustiva y cruel que sepas. Retrata tus defectos sin piedad, pero tampoco te dejes llevar por la falsa modestia. ¿Que eres lista? Pues lista. ¿Que eres rematadamente lista? Pues eso. ¿Qué estás buenísima? ¡Pues escríbelo! No se trata de ir haciendo publicidad por el mundo, ni de enganchártelo en la solapa como tarjeta de visita. Se trata de saber dónde estás para poder saber a dónde puedes ir.
Y bien, ¿lo tienes ya?
Perfecto. Ya estás lista para la próxima etapa.

Primeros pasos

Te levantas una mañana y estás cabreado. O cabreada. O ambos.
Y no sabes por qué.
¿Acaso tu vida es una mierda?
Te repites que no y que no, que eres feliz, que tienes lo que quieres, que mira a los pobres de África cómo sufren y yo, mírame, tengo mi casa, mi coche, mi ropa de marca. Qué bonito.
Pero luego ves a las estrellas de la tele y te gustaría estar en su sitio.
O a lo mejor no, a lo mejor preferirías estar en otra parte. Quién sabe, encontrando el sentido de la vida. Quizás tienes ese pequeño agujero en el pecho que te aleja de la plenitud e intentas llenarlo, con cualquier cosa, con música, comida, amor, sexo, drogas, hijos. Lo que sea para llenar el puto agujerito.
Pero el muy cabrón sigue ahí.
¿Te has dado cuenta? Cuanto más te repites que eres feliz, más alejado estás de la felicidad. Es lo que tienen las letanías: si las necesitas, es por algo.
Así que un día lo admites. No tienes la vida que quieres y, si la tienes, no sabes disfrutarla. Inseguridad, ansiedad, presión. Lo que sea. No es lo que soñabas en el patio de la escuela cuando te preguntaban sobre qué serías de mayor. Ni siquiera se le acerca.
Menudo asco.
Y un día, llegas a este blog. Y piensas que se trata de otra terapia barata, de esas que te hacen mirarte en el espejo y repetir con una sonrisa "¡yo me merezco esto!" mientras procuras no llorar por lo que se avecina. Un preludio de mierda para otro día de mierda. Pero no. Esto es diferente.
Porque aquí no se trata de repetir mantras ni de asumir que el autor sabe más que el resto sobre ser feliz. Yo también he tenido días de esos. Yo aún tengo días de esos.
Se trata de encontrar la salida, juntos.
¿Será por eso que el blog se llama "de autoayuda"?
 
casino